-
¡Querida!, ¿acaso no ves que afuera es primavera?
- Si, lo sé.
- Y ¿entonces qué haces encerrada con lágrimas en tu rostro?
- Es que han pintado en mí el invierno. Un invierno frío, solitario y eterno.
- ¿Acaso me hablas del amor?
- Si, hablo de ello.
- ¡Querida!, no debes derramar lágrimas por ello. Sonríe y supera.
- No puedo, no me es fácil superar algo que quiero, para mí, por siempre. No
puedo.
- ¡Puedes! No quieres alejarte, pero,
¿acaso lo consigues aquí encerrada llorando?
- No.
- ¿Ves? Solo logras ahogarte en tu propio mar de disgustos. Ahora la lluvia no
te deja ver el camino, pero pronto, sabrás que esto es algo más, una lluvia
pasajera. Y solo debes tomarlo, sonreír y superar.
- ¿Él no regresara, cierto?
- Puede que regrese. Pero también, puede que nunca más lo veas, y debas
recordarlo con lo que él te ha dejado, lo bueno y lo malo.
- ¡No! ¡Quiero que él regrese!
- Mi pequeña, estas cosas no las elegimos, solo pasan. Entiendo tu dolor, pero
debes aceptar que la vida nos da momentos oscuros para hallar la luz, y
momentos con luz para saber disfrutarlos antes de su apagón. También se que
haces oídos sordos a mis palabras y estás encerrada en tus deseos, pero algún día, cuando todo este dolor se haya ido, las recordaras y sabrás entonces lo que quiero hacerte entender.
- Solo quiero estar junto a él. ¿Por qué cuándo puede ser fácil, es complicado?
- Porque la vida nos pone a pruebas para saber que tan fuerte somos. Todas
estas cosas son piedras en tu camino que debes tomarlas y seguir. Pero no las olvides, porque si
algún día encuentras una piedra similar a otra anterior, debes alejarla lo más
posible de ti, y así no volverás a caer. Esa piedra, es un error ya cometido y que no debes volver a cometer.
- ¿Dices que esto me volverá a suceder?
- Si, esto volverá. En algún momento te toparas con este mismo maldito momento,
pero por más que lo vuelvas a apreciar, como el de hoy, debes alejarte e irte,
para no volver a caer. Así que seca ya
tu carita, y arréglate el camisón que él no merece tus lágrimas y yo
te aseguro que mañana estarás mejor, un poquito mejor.
- ¿Me lo prometes?
- ¿Qué quieres que te prometa?
- ¡Qué estaré mejor!
- No, no te lo prometo. Porque muchas promesas se quiebran y solo logran
derramar más lágrimas. Yo solo sé que puedes estar mejor, pero depende de ti.
- Quiero estar mejor, no quiero llorar, quiero sonreír.
- Sabes que puedes, solo que ahora tu corazón sufre y no te deja ver el camino,
pero puedes. El tiempo pasará y entenderás que estas son cosas del amor, errores y aprendizajes para nuestra vida. Recordarás y reirás.
- ¿Reiré?
- Si, por haber derramado lágrimas en vano, pero feliz, porque amaste con tu corazón hasta el dolor, pero aprendiste y seguiste.
- ¿Seguiré?
- Si. Hoy lloras, pero mañana sonreirás, el día te regalará el sol, lo disfrutaras, el tiempo te curará y seguirás caminando esta vida. Esta vida que no es más que un gran libro que tu misma escribes con tu día a día. Estarás mejor.
- ¡Gracias!
- Sabes que no son necesarias. Estaré aquí, siempre que me necesites. Yo sé de tu fuerza, así que no derrames más lágrimas por situaciones como estas y sal a disfrutar.
(...)
¡Mi pequeña!, recuerda que la tormenta y el invierno estarán. Así que toma tu paraguas, tu abrigo y abre bien tus grandes ojos negros, debes aprender a caminar también en el mal temporal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario