sábado, agosto 03, 2013

- ¡Mírate al espejo! Dime que ves...
- Tristeza.
- ¿Ves a la muchacha?
- Si. ¿Qué hay con ella?
- Eres tú...
- No. Ella es alguien triste, apagada. Se parece a mí, pero ella está mal.
- ¿Y tú estás bien? Eres tú, así estas tú.
- No.
- ¿Entonces? Eres tú, así estas tú.
- ¿Por qué me veo así? Mis ojos llorosos, mi cara blanca. Sin fuerza, sin ganas...
- Tú conoces tu propio dolor. Tú eliges el sufrimiento. Tu caíste, tú debes levantarte...
- Veo la luz apagada. Mis manos cansadas, sin fuerza. No puedo.
- ¡Podés! Pero vos elegiste ésto. Podrías estar regalándole sonrisas a la vida, pero no, estás acá, encerrada, llenando de lágrimas tu cama.
- ¿Y qué tengo que hacer?
- Dejar pasar el tiempo, así estarás mejor. Pero no lo pierdas acá, sola, llorando. Salí, reí y disfruta. Hoy caíste, mañana te levantaras.
- Mañana me levantaré...
- ¡Lo harás! Nada es para siempre.
- No. Nada dura para siempre. Mañana me levantaré, lo prometo.
- No hagas promesas que no sabes si cumplirás, solo ve y hazlo. No por mí, por ti. Mereces recibir las sonrisas que debes ir a regalar, no las lágrimas que acabas de derramar. Terminemos esta conversación, ya caíste, ahora ve ¡levántate!

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